viernes, 2 de octubre de 2020

Torino, 1950

Torino, 1950
Joan Margarit

De joven deseaba pasear
cerca del mar de invierno con su amada.
Él es, hoy, el invierno
y lleva en su interior la fría niebla.
Camina solo y mira a las muchachas
que, sin verlo, pasean soñadoras.
Uno supone que vendrá el invierno
junto a una chimenea, en una casa
con altos techos y con los cristales
empañados mirando hacia las viñas.
Pero una noche llueve y hace frío,
y la lluvia ha velado las farolas,
y uno ve en un café, tras los cristales,
a los otros que ríen, a cubierto.
Y entra en ese café, pero a su mesa 
no lo acompaña nadie más que el frío
y el monólogo absurdo de la lluvia.
Y comienza a pensar en la sonrisa
de las mujeres que ha perdido, alegre
por haberlas amado: entre las mesas
ve de nuevo la calle en primavera,
las hojas de los plátanos, los bares
saliendo a las aceras y murmura
un nombre, y unos ojos de muchacha
se miran en sus ojos, y ahora nadie
tiembla de frío o siente, ya, la lluvia.




sábado, 28 de noviembre de 2015

Semillas para un cuerpo

Semillas para un cuerpo
Mendigo. Jesús Aguado

[NO NECESITO UN DIOS...]
NO necesito un dios para creer en ti
un gigante dormido soñando el universo
un gnomo en cuyos ojos el bosque de la nada se refleje
no necesito un ser distinto del que forman
tus manos en las mías por enorme que sea
quizás por ser enorme y no caber
en nuestras manos un ser que exista demasiado
(ya tengo las montañas los desiertos los mares
que existen demasiado también y no me piden
que me postre a sus pies y les adore) para creer en ti
lo más pequeño es suficiente tu misma ausencia vale
tu cuerpo deshaciéndose en mi piel
como un terrón como la miel
de los atardeceres.

Guillermo Martí Ceballos

miércoles, 7 de agosto de 2013

Tormenta de especias

Esta es la certera INTRODUCCIÓN que Ángeles Mora ha escrito para el poemario titulado Tormenta de especias de Amiae El Amrani. Recomiendo su lectura, es un libro muy sugerente, lleno de sensibilidad.

"La sensualidad que el título promete no es el único ingrediente de este suculento y refinado banquete. Alta cocina donde se mezclan olores, sabores y texturas diversas que no sólo pretenden embriagar los sentidos sino también, sobre todo, despertar las conciencias: en femenino.
El paraíso de especias que el sur guarda en sus íntimas estancias se despliega desde la privacidad de estos versos públicos, contagiándonos su fulgor agridulce, pero también ofreciéndonos sin muchas veladuras la línea sutil que sostiene por debajo el entramado de un discurso lúcido. Y necesario. Un discurso donde la voz de la mujer de hoy se abre camino propio, interpretándose a sí misma, lejos de tradicionales prejuicios. Lamiae El Amrani da la palabra aquí, en español, a la mujer del sur, del otro lado del Estrecho. Una mujer que escribe "a escondidas de su memoria" para decirse, para buscar salida, aunque sea entre cuatro paredes. Paredes, techos... a veces evidentes, a veces invisibles.
También la voz en femenino que nos habla se alza, emocionada, en el segundo capítulo de este libro entre las olas del Mediterráneo, porque sabe que el Mediterráneo arrastra manchas de almas dormidas, cansadas, rotas, flotando entre burbujas saladas... Sólo por buscar ese oasis "del que todo el mundo habla": otro paraíso ofrecido. Son poemas capaces de elevarse con sutileza y sobriedad sobre el desgarro de un drama que se nos ha vuelto tan desgraciadamente cotidiano.
No se priva la última parte de esta singular aventura de volver a sorprendernos de otra manera. Y en ella encontramos poemas de especial atractivo: poemas de amor, a veces una verdadera tormenta de especias, a veces una agudeza oportuna con la que esa mujer que no ha cesado de latir en cada página, interpreta sagazmente un universo masculino que no deja tampoco de mostrar cadenas seculares sobre "...un hombre creado/por el miedo a la esperanza.

viernes, 19 de octubre de 2012

Yo sí me atrevo

Cuando bailas... Mendigo. Jesús Aguado

Cuando bailas de noche
la selva se incendia
de pequeñas hogueras intensísimas:
los ojos del elefante,
los ojos de la pantera,
los ojos de los gruesos árboles chapak,
los ojos de los monos,
los ojos de las pulgas,
los ojos de la cascada.
Cuando bailas de noche
junto a los tambores en llamas
y los fuegos que aúllan
toda la selva quisiera bailar contigo
pero no se atreve.
Tú eres una selva más peligrosa que la selva.
Los tambores me llaman.
Yo sí me atrevo.
Yo soy un cazador.


















Imagen: Iguana´s Lover. Carmelo L. Canales

jueves, 30 de agosto de 2012

martes, 15 de mayo de 2012

INTERLUDIO ONÍRICO EN SALZSBURGO

Interludio onírico en Salzsburgo, V. Mendigo. Jesús Aguado

Tal vez recuerdes tú, como yo los recuerdo,
los días en la isla,
los recuerdes igual de densos y de dulces
mientras oyes pasar las barcas y me dejas
las uvas de tus besos
una a una aplastadas en mi piel.
Las campanas sonaban cada noche.
Cada noche, también, una orquesta tocaba
a la orilla del mar
y todas las parejas abrazadas rompían en su orilla.
Vivíamos desnudos y hechizados como un árbol dormido
o un castillo de arena que deshacen las olas.
Recordarás también la biografía de Kavafis que estábamos leyendo.
Y el restaurante aquel donde cenábamos a la luz de las velas,
las botellas temblando, las manos deshaciéndose en las manos.
Y tantas otras cosas sencillas: pasear,
tomar el sol, callarse,
jugar toda la noche a los naufragios.
En la isla de Hvar los ojos se cerraban
del tamaño del centro de la Tierra.


Imagen: Theopile Steinlen

lunes, 21 de noviembre de 2011

LA EQUIVOCACIÓN

Renuncia. A la ilusión final. Alejandro Duque Amusco

A fuerza de negarme
a lo que amaba,
renuncié
a las orillas de la aurora
por un desierto negro
bajo la falsa luna.

Perdí mi estrella
y confundí el camino.

De negarme a ser yo,
castigo y culpa
de la inocente alma prisionera,
he llegado
a ser éste, que conmigo va,
que ha usurpado
mi vida
y que ya no conozco.



Imagen: Alexej Ravski